Mi cama
vagando,
en la geográfica silueta,
puesta en tras luz,
se inflama un cuerpo
recubierto de insensibilidad
segura.
Y rompo amarras de una piel
de porosos geiser, los ojos cerrados,
ya las manos hablan mejor.
El silencio ronco de gemidos
revolotea mis oídos,
sordos a la costumbre,
de un corazón a componer…
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